Consejos para el peregrino (2ª parte)
- Francisco Cabrera
- 26 mar 2017
- 3 Min. de lectura
Calzado:
Uno de los elementos más importantes del camino, por no decir el más importante. Es básico,
sea cuál sea el calzado elegido, que lo utilicemos en la preparación para que nos sea cómodo. Es un gran error utilizar un calzado nuevo, que no hayamos utilizado antes.
Fundamental que sean ligeras, impermeables, transpirables y cómodas.

Lo ideal sería llevar unas botas, específicas para este tipo de actividades, de caña media e inclinada como calzado principal, y si nos lo podemos permitir, unas sandalias si es que vamos a hacer el camino en verano. Es importante tener en cuenta el clima que puede hacer en el periodo elegido, para una correcta elección de calzado. En época de lluvia, que las botas sean transpirables e impermeables es fundamental.
Por último, decir que tenis, zapatillas deportivas, no son recomendables por la poca protección que nos va a proporcionar al pie y al tobillo.
El cuidado de los pies:
Desde el primer día de entrenamiento, tenemos que dedicarles una atención prioritaria, ya que son los que nos tienen que llevar a nuestro destino final, Santiago de Compostela.
Es muy importante la higiene y lavado de los pies; por tanto, al terminar la etapa del día, en

caso de no poder ducharnos, cuando menos deberemos lavarlos cuidadosamente. Un complemento ideal en este sentido son las sales relajantes Saltratos, que reducen la sensación de fatiga y dejan tus pies listos para la siguiente etapa. Además resulta muy aconsejable completar la higiene diaria con el uso de un buen desodorante para los pies.
Para evitar las ampollas, es muy importante una correcta hidratación de los pies. Todos los días antes de comenzar a andar, les aplicaremos un poco de crema, especialmente en y entre los dedos, planta y talón.
Todos los días, después de darnos la crema, bien limpios, ponernos los calcetines de algodón sin costuras, si llevamos zapatillas, y si llevamos botas, además de los de algodón, otro par de lana, también bien limpios, pase lo que pase.
En caso de ampollas, los médicos no lo aconsejan por entender que es un sufrimiento

innecesario, pero es muy efectivo quemar una aguja de coser para esterilizarla, y atravesar la ampolla con la aguja en la que previamente habremos enhebrado un hilo, dejando el hilo dentro de la ampolla para que drene, y cortándolo por los extremos a un par de centímetros de la ampolla.
Recordar también que no es conveniente ducharse antes de empezar a andar, especialmente con
agua caliente y durante mucho tiempo, pues la piel de los pies se queda arrugada y es más propensa a las ampollas.
Por el contrario, ningún inconveniente en cuanto a refrescar los pies en una fuente o riachuelo

por corto espacio de tiempo, teniendo la precaución de secarlos muy bien; la mejor forma es que se sequen al aire.
Por último, existen en el mercado una serie de geles refrescantes que previenen y alivian el calentamiento de los pies y que son un complemento perfecto para cualquier peregrino.
Técnicas para caminar:
Es conveniente, por supuesto dependiendo de múltiples factores (edad, peso corporal, de la mochila, etc.) empezar suavemente, nunca con prisas, hasta que el cuerpo se caliente. Cuando se acelere, con marcha regular y continua, dentro de lo posible, con paso suave y rítmico.
También es conveniente antes de empezar a andar, realizar algunos estiramientos, especialmente de las piernas, colocándonos con las manos contra la pared, e ir apoyando paulatinamente toda la planta de los pies, hasta notar una cierta tensión detrás de las rodillas, a medida que el cuerpo se va acercando al suelo.

Es muy posible que el propio Camino nos obligue a realizar paradas muy frecuentes, para ver algún monumento o iglesia, realizar cualquier pregunta, sacar alguna foto, etc., pero, en principio, deberíamos descansar cuando menos diez minutos cada dos horas, o más si fuera necesario. No obstante, el mismo cuerpo, la climatología o cualquier otra circunstancia, nos lo indicará o pedirá.
Mientras se camina hay que mantener siempre un paso que nos resulte cómodo, que nos permita sin ningún tipo de esfuerzo poder mantener una conversación. Caminar tiene que llegar a ser tan natural como respirar, que lo hagamos sin darnos cuenta.
En terreno llano, vayamos con nuestro paso normal, ni demasiado largo ni demasiado corto; en las subidas, puesto que no tenemos prisa, con más corto y lento, acaso aflojándonos el cinturón de la mochila para poder respirar mejor, y apoyando el pie con la totalidad de la planta en el suelo, para evitar sobrecargar determinadas zonas.
En las bajadas y siempre que el piso nos lo permita, con paso largo y rápido, clavando bien los tacones y quizás apretando un poco más la mochila a la cintura para que nos descansen los hombros.
Comments